INSPIRACIÓN.



Sobre la mesa, las cuartillas inútiles de un blanco lechoso emitían destellos de luz propia. Los lápices de afiladísimas puntas denotaban sus ansias de entregarse a la acción. Una goma inerte yacía junto a ellos; pero todo era quietud dentro de la mente del escritor.
Las ideas, otrora bullentes en su cabeza, se habían desvanecido como por ensalmo, dando paso a una extraña laxitud, un hueco, un vacío.
Se esforzaba por pensar, pero era inútil, sólo conseguía percibir ecos de sombras de antiguos pensamientos. Buscaba su proverbial creatividad agazapada en algún oscuro rincón de la oquedad de su cabeza, pero no estaba. Simplemente había desaparecido.
El escritor se quedó ensimismado, los ojos muy abiertos, alerta a cualquier cambio que se produjese en el agujero negro que era ahora su cerebro. Nada.

Así transcurrieron los minutos, que se trasformaron en horas, y luego en días. Al sol siguió la oscuridad de la noche y de nuevo amaneció. El escritor seguía erguido en su silla, ajeno al paso del tiempo, escudriñando hacia dentro, por si percibía un cambio o un atisbo de pensamiento.

Las cuartillas languidecían, su delicada celulosa se iba tornando amarillenta y los lápices habían abandonado ya toda esperanza. La goma se deprimía ante su inutilidad manifiesta.

El escritor, impasible, esperaba que sucediese el milagro, pero el milagro se demoraba. Su rostro se demacraba por momentos, la tez le amarilleaba. Los ojos, ligeramente hundidos, estaban circundados por leves arrugas de color violeta.
Y pasaron más días.

De pronto un pequeño chispazo en el iris reveló indicios de actividad neuronal, era un atisbo, un indicio, una leve esperanza.
Con esfuerzo y parsimonia alargó una mano con doloroso esfuerzo después de tan larga inactividad, e intentó asir uno de los lápices. Lo acercó a la cuartilla, casi apoyándose sobre él y comenzó a garabatear con torpes movimientos.

Capítulo primero:
Sobre la mesa las cuartillas inútiles de un blanco lechoso emitían destellos de luz propia. Los lápices de afiladísimas puntas denotaban sus ansias de entregarse a la acción...

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