LA DECISIÓN.



Cuando se marcharon las visitas que habían venido por aquello de felicitarme el año nuevo, de toda la conversación, insustancial y llena de trivialidades, sólo una frase me quedó grabada a cincel sobre las células que envuelven el complejo entramado neuronal de mi cerebro:
-Ha pasado otro año tan deprisa que ni nos hemos dado cuenta.
En ese momento tomé una decisión de vital importancia: el resto de mi vida lo dedicaría a ver pasar el tiempo; es por eso que cogí una silla vieja, pero cómoda y me senté aquí, en mi puerta, bajo el porche, ojo avizor.  Esa frase manida dejaría de ser realidad para mí: Si pasa un nuevo año, lo he de ver, con certeza...
Desde entonces observo, sin perder ripio, cada segundo que pasa, los minutos, los cuartos y las horas, luego pasarán las semanas y los meses y estoy segura que , por fin, veré pasar el año, con consciencia total del tiempo transcurrido...
Sobre todo porque, desde mi ángulo de visión, contemplo con diáfana claridad el enorme reloj de la torre de la iglesia.




2 comentarios:

  1. Muy buena idea y desarrolada de un modo efectivo.
    Me gustó mucho.
    Saludos

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    1. Gracias Mirella, me alegro de volver a verte por aquí.
      Abrazos.

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