Acabada la función se sentó desmadejado en la acera. A su lado, enganchados a los hilos de la cruceta, los pequeños títeres sin vida; delante de sí, una vieja gorra desgastada que recogía algunas monedas, fruto de la compasión de la gente.
Mientras liaba un escaso pitillo, el titiritero oyó una voz autoritaria que decía:
—¿Cuánto por el del gorro verde?
Alzó los ojos y se encontró frente a un semblante adusto, surcado de arrugas.
—No está en venta, señora.
—No se ande con remilgos. No me diga que piensa comer con las cuatro perras que tiene dentro de esa renegrida gorra. Le pagaré bien. Ese muñeco le va a encantar a mi nieto, no es nada corriente. Le gustará hacerlo danzar.
—No está en venta, señora.
—¡Será pazguato! Pues cuando el hambre le roa las tripas ¡cómaselo!, a ver si lo encuentra tierno…
Estaba cansado. Se arrebujó en su chaqueta y se dispuso a dormir junto a sus escasas pertenencias.
—Buenas noches —musitó, como para sí mismo.
—Buenas noches —respondieron unas imperceptibles voces, opacadas por el grosor de la tela.
El estómago del titiritero rugía de hambre, pero él se sentía bien. Nunca se desprendería de sus únicos amigos.
Anda, mira donde he venido a parar!!! jajaja. Me salia en mi blog relatos breves, y no sabía que el sitio era tuyo, o por lo menos no me acordaba.
ResponderEliminarBueno este relato precioso ya lo había leído en el mono, así que no me voy a repetir, aunque me deja ese poso de tristeza, jajaja.
Besitos amiga.
Has leído algo de Antonio Porpetta?, este señor si que es un poeta (sin desmerecer a nadie, bueno...), me encanta y encima es del pueblo de Elda (Alicante), un señor con mucha categoría, te lo digo por si no lo has leído, te va a gustar.
No solo lo he leído y me ha fascinado, es que, si te fijas, ¡tengo el grandísimo honor de tenerlo como seguidor de mi blog! ¿Ves su foto junto a la tuya?
EliminarUn besito.