20 marzo 2025

AQUEL VIAJE


Nunca imaginé que aquel verano se iba a convertir en el mejor de mi vida.

Mi padre, por primera vez en muchos años, disfrutaba de unas merecidas vacaciones. Por fin había decidido tomarse unos días libres, planeando un viaje en tren para toda la familia: Íbamos a visitar a nuestros parientes de Barcelona, que tanto mi hermana como yo sólo conocíamos por fotos y nuestro contacto se limitaba a fechas señaladas: navidad, santos, cumpleaños…

Ambas estábamos exultantes: qué nervios, nuestro primer viaje en tren. Aquellos trenes lentos e incómodos, tan lejos aún de la rapidez y el confort del AVE. Pero nos daba igual, ¡qué emocionadas estábamos!

Aquella noche del mes de agosto quedó grabada a fuego en nuestras jóvenes memorias: Todo era apasionante y, por supuesto, no nos permitimos dar ni la más ligera cabezada. Al amanecer, cuando nuestro punto de destino quedaba ya próximo, nos encontrábamos ansiosas, cansadas y expectantes, pero nuestra mayor preocupación consistía en pensar qué impresión le causaríamos a nuestros tíos y primos, cuando nos vieran llegar tan agotadas y ojerosas. Así que pusimos todo nuestro esmero en peinarnos y acicalarnos como mejor pudimos mientras el tren se adentraba en la Estación del Norte y en el andén se agolpaban los familiares que esperaban ilusionados.

Lo que yo no podía ni intuir entonces es lo que estaba a punto de ocurrir… pero eso ya será otra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario